Los primeros años artísticos de Marlene se desarrollaron en los cabarets y locales nocturnos del Berlín licencioso y efervescente anterior a Hitler. La ciudad era famosa por su libertad sexual y el auge del travestismo que marcaron el carácter de la joven Marlene y ayudan a explicar su futura androginia en el vestir y una vida íntima desinhibida tanto con hombres como con mujeres. Marlene Dietrich alcanzó el estrellato al coprotagonizar junto al entonces célebre Emil Jannings la primera película europea sonora, El ángel azul (1930), bajo la dirección de Josef von Sternberg. Su atrevido papel como la cabaretera Lola-Lola que lleva a la perdición a un respetable profesor causó sensación internacional; en especial porque cantaba letras insinuantes exhibiendo sus muslos en una época en la que el cine comercial era muy pacato y los filmes más o menos eróticos circulaban sólo de manera clandestina. En 1933 El ángel azul sería prohibido en Alemania por el régimen nazi. Gracias a Sternberg, quien ya era conocido en la «meca del cine», Marlene Dietrich viajó a Hollywood para el estreno estadounidense de El ángel azul y para firmar un contrato en exclusiva con la Paramount, como respuesta al ascenso de Greta Garbo, que estaba en nómina de la MGM. La contribución más recordada de Marlene Dietrich a la historia del cine es como estrella en varios filmes dirigidos por Sternberg a comienzos de los años 1930. Fueron proyectos pensados para su lucimiento, con una estilización visual y argumental que recuerda a los cómics y fotonovelas, en los cuales interpretó papeles de mujer fatal. Los filmes de Josef von Sternberg fueron determinantes para acuñar la leyenda de Marlene Dietrich; se rodaron en blanco y negro con una cuidada elección de vestidos, peinados, luces y encuadres, con lo cual redoblaban la fotogenia de la joven diva y disimulaban sus defectos. No importaba que los argumentos resultasen poco realistas y que la actriz limitase su gama expresiva a un rol de vampiresa que terminó siendo repetitivo. Así quedó definida la imagen pública de una estrella de gran magnetismo, si bien un tanto excéntrica para el gusto americano por su androginia y sus papeles de ambigua moral. En 1941, durante la Segunda Guerra Mundial, Dietrich fue una de las primeras estrellas en recaudar bonos de guerra estadounidenses, además de entretener a las tropas de Estados Unidos en el frente de guerra, y fue muy conocida por sus fuertes convicciones políticas. Fue una firme anti-nazi que despreció las políticas antisemitas de su tiempo. Marlene Dietrich recibió diversos reconocimientos por su lucha contra el nazismo y a favor de los judíos, como la Medalla Israelí al Valor en 1965; este premio fue un hito en la época pues era la primera vez que se entregaba a una persona de origen alemán y además mujer. Así mismo, este posicionamiento antinazi le llevó a romper con su única hermana, ya que ésta y su marido habían mantenido muy buenas relaciones con los jerarcas nazis. Su relación con los directores fue difícil en algunos casos. En sus inicios en Hollywood fue una aprendiz sumisa e incansable con Josef von Sternberg, sometiéndose a una total transformación física y expresiva; y admiraba a Welles de manera incondicional. A diferencia de su vida profesional, cuidadosamente manejada y mundialmente conocida, Marlene Dietrich mantuvo su agitada vida personal fuera del ojo público. Ello fue en parte posible porque el Star system de las productoras de Hollywood velaba por la buena imagen de sus estrellas, dosificando la información que llegaba a la prensa, a lo cual contribuía un sector periodístico menos incisivo y tecnificado que el actual. Marlene Dietrich fue sexualmente muy libre desde sus inicios en Berlín y no dudó en intimar con muchos hombres e igualmente con mujeres; lo cual era vox populi en Hollywood pero no trascendía al gran público. En privado, ella era una de las principales figuras de El círculo de costura, grupo de estrellas femeninas de Hollywood que ocultaban su sexualidad lesbiana o bisexual. Pasó su última década principalmente en reposo en su apartamento en la avenida Montaigne de París, Francia, tiempo en el cual no fue vista en público; no quería que su figura en la vejez empañase su imagen mítica. |